No puedo dejar de despedirme de ti, no puedo dejar agradecerte lo bueno y malo que sucedió mientras estuvimos juntos, no puedo omitir que tu presencia fue a veces emotiva, a veces tormentosa, a veces lúcida y otras tantas, un tanto desesperada. Pasamos momentos difíciles y me avergüenzo porque luego de que estos al parecer se transformarán en rutina, sin darme cuenta, comencé a culparte de mí -tal vez- mala suerte, comencé a endosarte la responsabilidad de mis baches y cité al tiempo para que te alejara lo más rápido de mi vida.
Adquiero un tanto de conciencia y te agradezco los momentos buenos, las risas (que fueron muchas), el amor y el romanticismo que en definitiva fue la rueda fortuna que se apodero de mí y que anhelo sea para el resto de mi vida. Durante tu presencia y sin recelos, viste como me aferré al amor de mi vida, me embarqué en el proyecto más importante de la vida de un hombre. Hiciste que la luz del día adquiriera más brillo, que las noches volvieran más templadas, hiciste de las frías sombras un recuerdo.
No puedo dejar de pensar en que las esperanzas se renuevan, no sólo porque ya te vas, dado que fue algo permanente, día tras día mientras estuvimos juntos. Es algo que no puedo atribuirte ni consignar para ti como un trofeo, es algo que llevo en esencia, porque entiendo que la vida es injusta, que la vida es una rueda que gira y gira, que a veces somos luz y otras veces oscuridad. Entiendo que cada día es un nuevo rezo, una nueva instancia, una nueva oportunidad.
A veces veo el odioso actuar de unos pocos, veo como la envidia oscurece sus almas, veo como la abulia hace que se les pase la vida, sin razón, sin motivos, tendidos en su comodidad, sin brindar valores ni decencia, al andar de los más necesitados, a la vida de los que heredarán nuestro mundo. Esto no me asusta, aunque en ocasiones me preocupa, algo que comprendí con el tiempo, es que son infinitas las consecuencias del amor y limitadas las del odio.
Me siento esperanzado porque intuyo que los buenos hombres no se conforman, son exploradores, soñadores y por sobre todo cazadores; cazadores que desean capturar aventuras, comprensión, cariño, su anhelada presa es el amor, amor para dar, amor para compartir. Sin mencionarlo, no gritan sus intenciones al mundo, tal vez ni siquiera saben la virtud que poseen dentro de sus corazones. Abuso de mi intuición, me dice que confíe, porque en este mundo de soledad y silencio, lo que abunda es la bondad y la compasión.
A estas alturas haces de tu presencia y mar de abrazos, despedidas y bienvenidas, haces de ti un cambio de ciclo, en mi mente, en mi corazón.
Recuerdo que mientras te acercabas estaba ilusionado, emocionado y por sobre todo entusiasmado por tu llegada. Te esperé con ansias y vi como quienes me rodean se alentaban de igual manera; como si fueras a salvarnos el pellejo, como si por arte de magia nos traerías prosperidad, amor, salud y dinero; todas esas cosas mundanas que de seguro no sólo yo y mis cercanos te pidieron, sino que todos los que buscan un ente externo para aferrar sus esperanzas.
Recuerdo que mientras te acercabas estaba ilusionado, emocionado y por sobre todo entusiasmado por tu llegada. Te esperé con ansias y vi como quienes me rodean se alentaban de igual manera; como si fueras a salvarnos el pellejo, como si por arte de magia nos traerías prosperidad, amor, salud y dinero; todas esas cosas mundanas que de seguro no sólo yo y mis cercanos te pidieron, sino que todos los que buscan un ente externo para aferrar sus esperanzas.
Te agradezco cada momento, cada suspiro, cada amanecer, cada silencio.
Fuiste un 10, porque 2 + 0 + 1 + 7 es igual a 10, ¡sólo por eso! y sin titubear le digo al venidero: «Que tu virtud y tu presencia sean más pausadas, que tu dicha y tu aliento sean la fuente de inspiración para comprender lo que es verdadero y hacer de nuestras vidas, una instancia de armonía, una sesión fraterna, una ocasión para saciar el hambre de nuestro corazón».
Bienvenido 2018