La mejor de la herencias

Las primeras herencias

Las herencias como tal provienen desde el comienzo de nuestra existencia, avanzando, evolucionando, mejorando, materializando, acumulando, sí! acumulando…
Nuestros aborígenes dejaron información, heredaron conocimientos, herramientas para cazar, para que su descendencia se protegiera del enemigo, enemigo que muchas veces era la misma naturaleza, los animales salvajes, las altas o extremedamente bajas temperaturas.  Les enseñaron a cultivar la tierra y a vivir de su verbo, de su cosecha, de su magia; ciertos hombres más ambiciosos comenzaron a realizar intercambios de bienes e incluso la propiedad de personas iguales a ellos pero que por una determinada o más bien indeterminada diferencia eran proclamados «esclavos», y al ser visto como bien de servidumbre también eran heredables.
Esparcidos por diferentes lugares del planeta aún somos testigos de maravillas edificadas particularmente en países como Egipto, México y el mismo Perú, testigos de esta herencia física que ha trascedendido a través de los años, miles de años.  La palabra del mesias tan antigua como su promesa de castigo, como su promesa de un lugar en el paraíso para quienes caminen amablemente por la vida.  Arte, edificios, poesía, y cultura entre tantas cosas más, aún contempladas por nuestra generación y que fueron herencias predeterminantes muchas veces con la intención de acercarnos a lo divino pero interpretado como algo más bien material, algo que erróneamente se mantiene intacto más bien por su contenido ilustrativo que por su mero mensaje.

Herencias contemporáneas o modernas

En tiempos mucho más contemporáneos nuestros padres heredaron de nuestros abuelos, pedazos de campo, o una casa antigua, algo de dinero y sucesivamente nuestros padres preocupados de continuar dejando legados o de ir acumulando se comprometen con un trascedental cambio, se comprometen a darnos en vida la mejor de las herencias: «la educación».  Esta es y será la puerta que nos abrirá oportunidades para tener un bienestar material y económico, nos permitirá tener una opinión consensuada e inteligente para comunicarnos de manera efectiva y atractiva ante nuestros pares. Toda la razón.
No obstante, todo lo anterior es parte de nuestra evolución material y científica y pasa poco a poco a ser un elemento intrínseco entre las personas y por defecto en la sociedad, y que en definitiva queramoslo o no -pasa a restarle importancia a ese regalo por el cual nuestros padres y los padres de sus padres tanto se esmeraron.
La educación alcanzó un nivel de mayor preponderancia social y hoy es un derecho e incluso es casí una obligación adquirirla.  Con esto no implica que quienes tenemos la suerte de ser padres estemos exentos de participar en el proceso de formación educacional de nuestros hijos, sino que el foco es severamente distinto, la preocupación ya no debe ser por los medios para alcanzarla, esa es o será materia del Estado o de la entidad que se defina en los próximos meses, años.  Por lo tanto, los padres contemporáneos conmigo debemos asumir un rol más motivador y de apoyo y no de sustentabilidad económica en ese sentido.  Los roles padres/financian – hijos/estudian, ha mutado, actualmente ambos poseen herramientas de apoyo, los padres en los recursos para financiar y los hijos en los medios para obtener la información que nutre su eduación.

En escalada se abre un desafío mucho mas extraordinario y de alta riqueza para nuestros hijos, para el contenido de sus vida y su relación con el prójimo.  «La mejor de las herencias» también se entrega en vida, en un proceso contínuo y permanente, está en lo simple y también en las decisiones complejas, «la mejor de las herencias» será enseñarles a ser felices y a evitar el sufrimiento; algo que parece obvio y para muchos ridículo, pero que ha sido omitido generación tras generación, sin culpas ni rencor.

En este plano hay mucho de contenido personal, la felicidad no es un estado permanente o que cumpla condiciones definidas para ser considera como tal, como dije es algo más bien personal, pero que bajo ciertas condiciones emocionales, espirituales y materiales se puede conseguir.

Bajo ese contexto «la mejor de las herencias» consiste en guiar a nuestros hijos a elegir libremente, a respetarse a si mismos, al medio ambiente, al prójimo; a que hagan de cada instante de su vida algo excepcional, a alentarlos a seguir sus instintos, a no postergarse a si mismo, a luchar por sus sueños y tantas otros factores que podrian acercarlos a la dicha personal.

Pareciera que estamos cerrando un ciclo de transferencia material y volvemos en 360 grados al punto de partida, a heredar conocimientos y herramientas para enfrentar la vida en tiempos donde la modernidad es una verdadera autopista, una autopista de alta velocidad donde pocos se miran a los ojos, donde todos parecemos tener mucha prisa.
Felicidad espiritual, felicidad en la mirada y en la piel, que alimente la fuerza de nuestros hijos, para que se respeten, para que se comprendan, para que se amen, para que sean realmente felices.
JojorGe

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