Perpetua pregunta sin respuestas

Desvelado mientras caminaba a oscuras por los pasillos de mi hogar pude oír el silencio que ocasionalmente nos regala la noche, pobre y triste noche -antesala al infierno, motivo de temor y horror, errada razón para cerrar los ojos y lograr un descanso carnal.

Sereno y en consonancia con mi momento me detuve un instante, quise aprovechar la ocasión para hablarme y para oírme, para oír ciertas respuestas que he evadido en el tiempo, para oír esos suspiros que ya parecen ajenos de tanto olvido.  No es excusa que pocos sean valientes, que tan sólo una minoría se detenga al menos a preguntarse que es realmente es la vida, cuál es la razón o motivo por el cual estamos aquí o allá, felices o amargados, amados u odiados, inspirados o perdidos sin sentido.

Una corriente de ideas quisieron propagarse entre mis pensamientos, no obstante, la pregunta ya había brotado, el intenso viaje interior era gema de mi atención racional y emocional y nada lograría distraerme.

 Sin conceder mérito al pasado hice omisión de los recuerdos, simplemente rescato el mero hecho de saber que he navegado en diferentes océanos, entre tormentas como también bajo un esplendoroso sol matutino, ¿Cuál ha sido el paraíso? ¿Cómo atribuir a un momento la gloria o la miseria? ¿Cuál es el sentido de la vida?.  Perpetua pregunta sin respuestas.

¿Cuál es el sentido de la vida?

 Debo reconocer que también he sido esclavo, esclavo voluntario de las instrucciones de una sociedad que no me conoce, de los consejos confusos de personas mayores, de personas que sólo arrastran años y no sabiduría,  personas que siguieron un modelo para llegar a ser lo que otros quisieron que fueran, esclavos de un mundo que avanza a una velocidad que nadie puede controlar, nadie se detiene a observar la magia de las cosas simples, las cosas bellas.  Pocos se atreven a desafiar y ser un tanto diferentes, a perseguir sus propios sueños, ha cuestionarse el afán de la existencia.  Espectros sin sentido, vagando a través del tiempo arrastrados por la corriente de un mar de hombres temerosos que esconden su vacío en el poder, que dirigen a una manada de seres que tan sólo respiran, que se entregan a la muerte antes de que esta ni siquiera les susurre su llegada.

Identidad

Tal vez es el concepto que nos podría separar de las masas, proceso aun más confuso considerando que hay variadas corrientes sociales que nos agrupan y que según ciertas preferencias buscamos su aprobación: hippies, rockeros, capitalistas, emos o los que se auto-denominan «normales».  Todos aseguran que su camino es el cierto, es el que establece conductas de bienestar social y personal.  Indiferente de aquello o de la corriente que recorramos, lo importante es que esta no nos arrastre, no nos imponga una pseudo-identidad, sino más bien nos deje en libertad, que cada paso nos ilumine día tras día, que la experiencia nos revele pequeñas pistas para encontrarnos consigo mismos, para hallar el factor que nos haga únicos, para hallar nuestra exclusiva e irrepetible «identidad».

No hay señales certeras o una brújula que me ayude a encontrar la ruta segura, el sendero único que me lleve hacia el destino por tantos deseado, al destino prometido a tantas generaciones.  Sigo sin conceder mérito al pasado y surgen otras tantas preguntas, aunque todas son divergentes con aquella que ocupa mi atención.

La promesa de la salvación y la vida eterna

 «La promesa» no es razón certera de la existencia ni el paso necesario que debemos dar para que se nos conceda vida eterna, no hay antecedentes materiales que la expliquen ni que la cuestionen, como no hay conexiones espirituales que la defiendan ante el afán muchas veces destructivo de la ciencia.  A través de los años ha sido manoseada, utilizada para el logro de objetivos directos del clero, de hombres portadores de poder, de quienes se han auto-denominados como seguidores y representantes del profeta y de los apóstoles.

Me siento atrapado, más preguntas que buscan la mismo descifrar la esencia.

¿Cuál es el objetivo? ¿Será la vida en sí? o ¿La promesa de vida eterna?,¿Qué hago en esta vida?

Aturdido y en estado de intermitente negación – sacudo mi cabeza, con el pensamiento perdido me dirijo a mi cama para de esa manera darle la espalda a la noche, para darle razones a su angustia, a bajar los brazos y tomar los rieles saturados y sin sentido, a la rutina elaborada y arraigada en nuestros hábitos materiales.  No obstante, mi cuerpo sigue en la quietud esclavizante que provoca el pensamiento profundo, ido a los interiores del pensamiento, abrazado a la maravillosa sensación de buscar algo más allá de todo principio o ley material.  Quizás en algo similar se adentraba Dante y en ello se inspiro su principal poema.

La sangre no transmite las preguntas, menos las respuestas y lo que hemos heredado han sido solo versos y poesía, doctrinas e historias y un pensamiento redundante que no entrega un vista precisa de lo que es la vida.

Generación del escepticismo

Presos o libres transeúntes de una generación llena de escepticismo, llena de cuestionamientos y crecientes preguntas, no hay profeta capaz de convencer, no hay tesis capaz de discernir con madurez cual es el principio y cuando es el fin.  Inundados en elementos procesados que cierran una puerta para notar que en la perspectiva se abren otras más, con un efecto matemático en potencia, mientras más se avanza más se retrocede, más se alejan de la razón primordial.

He recorrido por las ruinas de mi alma, caminos ignorados perpetrados en la oscuridad y en las sombras, caminos nuevos, piedras en bruto, chapuzón de agua fría que ha despertado el interés por la vida nueva, por la aventura que me deja un desafío, avanzar por sobre rutas desconocidas, ponerme a prueba ante múltiples escenarios ante distintos horizontes, no importa donde ni con quién, «solo he de entender que mi alma esta viva y con ansias de correr por las infinitas avenidas de la vida».

El cuestionamiento y las preguntas continúan sin respuesta, no obstante, he sido testigo del dolor como también de la magia y vitalidad que sana mis heridas, me despojo del miedo, hago de las sombras una protección que me aleja de las corrientes perdidas y con luz propia iluminar mi camino, me siento en libertad, renuevo mis fuerzas para continuar explorando e intentando dar con la verdad, mi verdad.

JojorGe

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