El silencio se apropia de la virtud y no es más que sombras,
no hay respuestas ni gemidos, está en luz y en oscuridad,
agonía y penumbras lo usan como escudo,
distancia inmaterial lo pretende como un estandarte.
Silencio, sonetos vacíos, cantos dormidos,
sin más, sin menos te ocultas en medio de la belleza,
en cada instante mágico que nos regala la vida,
no eres más que una pausa que adormece el tiempo.
Silencio, de ti emergen las cadenas, y –
en el pensamiento se muere el deseo,
en el pensamiento se congelan las ideas,
en el pensamiento se confabulan los miedos.
Oh silencio! si supieras cuanto te detesto,
Oh silencio! si supieras cuantas veces me has lastimado,
dicen que otorgas, dicen que escondes,
defensor del miedo, de las mentiras, de ocultar el deseo.
Oh silencio! quisiera al menos comprenderte,
no tengo palabras que en este momento puedan alabarte,
Oh silencio! quisiera al menos saber de que estás hecho,
tengo estrías en mi alma venidas de tu sable,
tengo heridas en mi corazón venidas de tu veneno.
Silencio, no hay más que la voluntad que te extingue,
en un murmullo, en un susurro, en un «te entiendo».
Silencio, no dejas huellas, solo lágrimas y vacíos,
te destierro con mi voz, te elimino con un suspiro.
Silencio, mueres en simpleza y pureza,
tu trono se derrumba en la inmensidad de un eco,
reinas en el amanecer y te desvanece el primer canto del zorzal,
te destierro con mi voz y con los latidos de mi corazón.