Decidir ser un emprendedor y convertirme en tal es uno de los pasos más importantes que he dado en mi vida, diariamente me levanto lleno de desafíos y me duermo con otros nuevos. Vivo ajetreado por quehaceres y con la inmensa responsabilidad de dar y mantener empleo a personas que merecen toda mi atención y respeto. A veces cuando la cosa se pone cuesta arriba o cuando me siento agobiado me hago la misma pregunta ¿vale la pena tanto esfuerzo? la respuesta es categórica, es un Sí rotundo.
Y bueno…¡Nadie dijo que iba a ser fácil!
Son muchas las trabas que uno siendo PyMe se encuentra a lo largo del tiempo, por ejemplo, las intangibles como los propios miedos y las materiales como la falta de apoyo. Si bien son ambas complejas, la falta de apoyo lo es aún más, es un factor externo del cual poco se puede hacer y dado que no sólo se trata de falta de financiamiento, que es lo que la gran mayoría suele reclamar, sino que de diversos aspectos técnicos específicos en los cuales no hay una red de soporte, asuntos como la legislación laboral, capacitación al personal y hacia los mismos dueños, en temas duros como educación financiera, herramientas digitales o de habilidades blandas como el manejo de los recursos humanos, el liderazgo y el pensamiento estratégico y así con un extenso etcétera.
Lo anterior es una historia sabida, no es sorpresa y sin ser demasiado inteligente o estúpido, -véalo como usted quiera,- quien se atreva a iniciar un negocio propio sabe que deberá remar por esas aguas, aguas donde finalmente uno rema solito.
Sin embargo, algo que me ha llamado la atención de manera negativa, por no decir, que me ha molestado a través del tiempo que llevo remando (junto a mi esposa para ser justo y agradecido), es la falta de apoyo entre las mismas PyMes.
Te das cuenta de que muchos emprendedores, están empecinados en pegarle el palo al gato, están cazando -algo que es fantástico y estratégico,- pero su presa objetivo es un animal grande, un animal que les sea suficiente para hacer crecer exponencialmente su boliche, para así seguir cazando animales del mismo tamaño y no deban preocuparse más por los mosquitos, por las aves que molestan y piden pequeñas cosas que sólo entorpecen la escala productiva a la cual o están aspirando o en la cual se están insertando. Como sus deseos aún no se concretan su nivel de servicio para grandes y chicos queda a la suerte y al criterio de quien atiende el teléfono.
Es decir, pequeñas empresas que sólo aspiran a dar servicios a grandes empresas y que cuando les toca un cliente de baja cuantía, les menosprecian.
En términos sencillos y reales, que prioridad o dedicación tienes cuando encargas 100 tarjetas de presentación (porque encargar menos sería casi un delito), cuando solicitas la visita de un especialista para que te asesore en el diseño y remodelación de un pequeño local, o cuando reclamas por la garantía un producto o servicio dado por un par en cuanto a tamaño de empresa me refiero.
Es frustrante, es molesto, como nos olvidamos de asistirnos entre empresas del mismo tamaño, todos con la mirada perdida mirando al horizonte, buscando la cola o una pata de este animal enorme al cual deseamos cazar.
Con esto no quiero decir que no exista la oferta de tales servicios y a la escala requerida, porque la hay; el tema es que el grueso de los que hoy nos denominamos PyMes o trabajan de manera informal (con suerte te dan boleta) o no cuentan con un catálogo de sus servicios o no tienen la capacidad de entregar un presupuesto formal y bien elaborado.
El lector podrá dudar de la consecuencia de mis intenciones dado que en la frase anterior cuestiono «el apoyo mutuo» entre pequeñas empresas.
Sin embargo, y lo que es a mi juicio más importante, es que sentar una base, como emprendedores debemos procurar aspirar más que en tamaño, a ser ordenados, a ser eficientes y proyectar nuestra labor, no como un trabajo el cual te da las lucas para vivir, sino que como una empresa, con su debida responsabilidad social, pactar acuerdos formales con nuestros colaboradores, de pagar sus impuestos, pagar sus remuneraciones en los tiempos acordados, siempre dar boleta o factura y no estar negociando tarifas evitando la figura tributaria. Esta es la base que debemos procurar y gestionar para que de la mano de nuestros colaboradores podamos surgir y ser prósperos en lo que hacemos.